Por todas partes nos encontramos información asegurando que el Yoga es maravilloso, que sirve para muchísimas cosas, entre ellas, recuperarse de lesiones o aliviar dolores o tensiones; entonces ¿cómo puede ser que nos hagamos daño practicando?
Independientemente de la forma física en la que se esté, del tiempo que se lleve practicando Yoga o del estilo de Yoga que se practique, siempre me encuentro con gente que en, alguna ocasión (incluso ocasiones), se han hecho daño (o les han hecho daño) durante una práctica de Yoga ¿por qué pasa esto si el Yoga tiene tantos beneficios? ¿no tendríamos que estar en una zona súper segura? ¿Creernos en una zona segura nos hace lanzarnos a probar posturas imposibles que hemos visto en alguna parte y que creemos que también podemos hacer? ¿Qué debemos hacer para que esto no nos pase?
- Escucha a tu cuerpo (y no dejes que este sea controlado por tu ego)
Por muy bueno que sea tu profesor@, el libro con el que estás trabajando para mejorar una âsana o el video que estás viendo para aprenderte una secuencia ¡Sólo tú estás en tu cuerpo!
Si algo nos da la práctica de Yoga es aprender a conocernos y aceptarnos (con nuestras limitaciones) Para mi, esto es más importante esto que cualquier âsana: si sabes dónde tienes que parar, eres un buen practicante: escúchate, acéptate y quiérete.
- Movilízate siempre antes de practicar
¿Sabes de algún deportista de élite que empiece su entrenamiento o competición sin un calentamiento previo? ¿Qué te hace pensar que, por muy flexible que seas, puedes enroscarte en una postura imposible sin haber preparado tu cuerpo primero?
Entiendo que en un momento dado quieres enseñarle tu nueva postura a un amigo, hacerte una foto o, incluso, solo trabajar esa postura porque la quieres mejorar pero ¡¡¡No te olvides de hacer un pequeña movilización y preparar los músculos o articulaciones que se van a ver implicados en tu postura!!!
- Ojo con las rebajas a la hora de buscar un profesor@
El Yoga está de moda, esto no puede dudarse, y cada vez hay más centros, profesores, gimnasios, instructores… y cada vez con más ofertas y precios de risa. Yo recomiendo prudencia ante toda esta avalancha. Infórmate sobre el centro al que vas a ir, no dudes en preguntar a tu profesor dónde se formó, cuanto tiempo lleva practicando yoga… Creo que es muy importante poder confiar en el profesor de yoga: que sepa cuidar de nuestra salud postural, que nos sepa marcar un camino de trabajo y, sobre todo, que sepa vernos para no forzar nuestros límites.
- Actitud durante la clase
Tener el equipo adecuando para la práctica y seguir unas indicaciones mínimas también puede prevenir pequeños sustos. Invierte en una buena esterilla que te de estabilidad y no te resbales en ella; por este mismo asunto de los resbalones (y alguna razón más) ¡no practiques con calcetines!
Utiliza soportes que te ayuden a adaptar las asanas a tus condiciones físicas: mantas, bloques, ladrillos… (yo me aseguraría que en mi centro donde asisto a clases de Yoga manejan y controlan estas técnicas) Y, sobre todo, escucha a tu profesor@ (la comunicación profesor@/alumno@ es muy importante)
- No vas a trabajar en el circo del Sol: eres un «simple occidental»
No importa la disciplina de yoga que practiques, no tienes que ponerte metas posturales ¡las metas van por otros lados!
Hay mucha muchas imágenes inundando las redes pero no todas son la realidad. Ex bailarinas profesiones, ex gimnastas, ex, ex, ex… cada vez más deportistas que se retiran de su especialidad por edad, por lesiones o por no haber podido llegar a niveles de competición más altos se dedican al yoga buscando una nueva salida profesional; obviamente, no podemos compararnos con una persona que ya podía poner la pierna de la cabeza cuando tú ni siquiera sabías que exitía el yoga.
Además, tenemos que ser un poco sinceros con nostros mismos: vivimos en una sociedad occidental, en las que nos sentamos en sillas, pasamos horas delante de pantallas de ordenador, comemos comida chatarra… y un montón de cosas que nos alejan de los cuerpos orientales así que, no te pases de exigente con tu probre columna encorvada o tus caderas cerradas: mímalos y cuídalos.
En resumen: buscar un buen profesional del Yoga, practicar con regularidad para evolucionar con progresión en tu práctica , escucharte, aprender, adaptarte y quererte; y no tomar el dolor como algo normal dentro de la práctica. Si aún así, un día te haces daño o te lesionas, tómate tu tiempo para que el cuerpo descanse y se recupere y aprovecha ese tiempo para saber por qué te pasó y que es lo que no debes volver a hacer para que no te pase de nuevo.
Recuerda: no estás en una competición, estás en un camino maravilloso contigo mismo y los que te rodean. El camino del Yoga.